La fotografía es buena, muy del tipo Burton, pero con ese toque infantil de las películas de Disney, la combinación final creo no fue tan buena. Alicia vuelve, al país de las maravillas, ha pasado el tiempo, ahora por consecuencia es más grande pero aun sufre de los problemas de la niñez, tomar decisiones, la gente sigue tomando decisiones por ella y nuestra protagonista al volver al “lugar de los locos” porque está huyendo de un compromiso arreglado por sus papas con un tipo rico pero tonto.
“¿En qué se parece un cuervo con un escritorio?…no tengo la menor idea”, reflexión del sombrerero loco encarnado por Johnny Deep, el actor fetiche de Tim Burton de toda la vida, que marca lo bizarro de la visión Burtoniana, un sombrerero más sensible y entregado a Alicia, confiado que es ella, aunque ya no sea la misma niña físicamente, creer que es ella la única persona que puede derrotar al enemigo y crear así el día “fablujoso”, que esta dibujado en el pergamino que narra la historia del País de las Maravillas, “…puedo hacer lo que sea no puede pasarme nada, es solo un sueño” dice Alicia una y otra vez al encontrarse inmersa en un mundo de locura por segunda ocasión aunque claro ella no lo recuerda.
La guerra entre las hermanas, el bien contra el mal, la reina blanca interpretada por Anne Hattaway y La reina Roja interpretada por Helena Bonham Carter, otra actriz fetiche de Burton, que se disputan precisamente el trono de su país, “…es mejor ser temido que amado” dice la reina roja después de un largo análisis existencial y el por supuesto “… ¡córtenle la cabeza!” una y otra vez. Todo esto afecta la estabilidad del reino, la guerra es inminente y el día del juicio se aproxima, podrá Alicia convertirse en la heroína que todos esperan, de nuevo a tomar decisiones. Norte o Sur, Oeste o Este, Arriba o abajo, la vida como toma de decisiones, aunque claro no siempre se elige la correcta, sino pregúntenle a Tim Burton. Cuidado porque ahora siguen Los Locos Adams, espero que el Rey Midas del estilo Dark regrese por la puerta grande, porque entonces podríamos estar ante el ocaso de un director que se conformó con ser el icono de una sola década.
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