El crear historias como estas a partir de una mala estructura en el guion y graves problemas de ritmo, son un llamado de atención para todo aquel que piense que hacer un blockbuster es cuestión de mezclar cuanto efecto visual y cliché se te viene a la cabeza. Si uno piensa que poner pirotecnia y ficción a la gringa en altas cantidades funciona siempre, solo necesita ver Invasión del mundo para darse cuenta que la formula no siempre funciona. Michael Bay o Rolland Emerich hoy son los que mejor salen librados de la película de un casi desconocido Jonathan Liebesman (Masacre en Texas: El Inicio 2006) que muestra toda inexperiencia en el manejo de una historia que perdió todo control de la misma. Y me refiero a estos directores que aun con todos los puntos en contra de su carrera, demuestran que la habilidad para hacer películas “palomeras” no ha cualquiera le salen.
La mezcla de historias al montón, son las que sacan del foco de atención de lo que nos vendieron en un inicio, el combinar un grupo de marinos que “son un alma de dios” más puros que la virgen del barrio, tan llenos de ilusiones y guiados por el mejor de su clase pero que no tiene una sola pisca de experiencia, pero los acompaña el “hombre blanco” héroe de guerra en busca de la redención, a punto del retiro y que salva la situación con su valor e inteligencia. Sin olvidar el discurso “….un marine nunca se cansa, ni deja de luchar….hasta la muerte”, lo cual invita a las nuevas generaciones a formar parte de un ejército que un país como EUA necesita.
Con una fotografía muy parecida a la de La Caida del Halcon Negro y una historia que era obligada a recordar ese clásico de Ridley Scott, sobre un grupo de marines que la ser enviados a una zona de conflicto quedan atrapados a merced del enemigo, tiene que buscar el poder regresar con vida. Pero existen de comparaciones a comparaciones, una con diálogos reflexivos con un Josh Harnnet preguntándose por qué estaban ahí viendo morir a sus amigos y en esta diciendo porque no somos más, que se unan los civiles y los niños si es necesario, la guerra es la única solución a todos los problemas, quien dispara primero dispara mejor.
Lo único que salva a Batalla: Los Ángeles, es la gran mercadotecnia y el avance oficial, de gran manufactura y que resalta por mucho las mejores escenas en 3 minutos, reconozco que hay escenas que se ven de mayor realización en la pantalla chica que en la grande. La mezcla de audio es sobresaliente, así como dos secuencias de acción tan predecibles del género, que olvidaras a los minutos de salir del cine. Sin olvidar las cantidades de mensajes racistas que existen en el guion, todos son latinos, negros, asiáticos pero el gran héroe, inteligente y líder sigue siendo el prototipo del hombre norteamericano. Mendigos gringos y su cine yanqui, que hoy empiezan a perder de control del mismo, porque la forma de hacer cine en Hollywood está encontrando a sus mejores exponentes en directores extranjeros, que aprendieron bien las clases de sus maestros y han encontrado la forma de reflejar a una sociedad, mentalmente, en constante persecución.
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