Clint Eastwood está de vuelta (aunque nunca se ha ido, solo recordar el año pasado con Invictus) con una historia tan conmovedora como melancólica y reflexiva. Un ensayo con un dulce olor a muerte con una lectura final que habla más sobre el vivir que el morir. Y si eres de el tipo de personas que se engancha con los títulos que ponen en nuestro país, tendrás un gran conflicto al encontrarte un drama, sin una sola gota de terror, de la cual se pueden enumerar infinidad de situaciones que pondrán al espectador a valorar cada segundo más de vida, sin pensar tanto en lo que pasará después, quizás no debería en realidad lo que vendrá después de la muerte cuando se vive feliz y en plenitud; porque la película no responde ninguna pregunta con respecto al más allá, por si esa es la razón de la visita al cine.
Cuando planteamos las multi-historias dentro de una película recordamos los guiones de Guillermo Arriaga (Amores Perros, Babel, 21 Gramos) y hoy es muy convencional que para realizar una película se tomen tres o más historias y al final se unan como reflexión sobre el destino. Aquí es donde un maestro como Eastwood toma algo que quizás ya se convirtió en “cliché” y lo hace completamente suyo, cuando nos cuenta las historias de una reportera que sufrió el embate de la naturaleza y al tener un contacto cercano con la muerte se vuelve más sensible a saber qué pasa, científicamente, después de la vida. La segunda historia corre por el lado de un joven psíquico que decide retirarse del oficio y tener una vida normal y negar su don que tiene de hablar con seres de otra dimensión y por último un niño que al perder a su gemelo, cae en mano de cuanto charlatan existe en el mundo paranormal con el objetivo de poder hablar con su hermano.
Con una dirección impecable, en el manejo de la cámara y un score realizado por el mismo director, estamos ante uno de sus trabajos quizás menos complaciente con sus fans, pero que muestra la versatilidad de Eastwood para enfrentar historias, no solo aborda temas desoladores (quizás este lo sea, pero el giro final tiene tintes más románticos) sino que también explora ante situaciones cotidianas y metafóricas que hacen que el espectador se cuestione la responsabilidad de tomar decisiones y que cada acto conlleva a muchos más, alguno malos otros muy buenos, pero siempre existirán consecuencias que alimentan al ser humano en experiencia ( o eso a lo que llamamos vida).
Sigo esperando encontrar una película de este director, que no me sorprenda o me decepcione en algo, pero es el maestro sigue siendo el realizador a seguir para las nuevas generaciones.
Sigo esperando encontrar una película de este director, que no me sorprenda o me decepcione en algo, pero es el maestro sigue siendo el realizador a seguir para las nuevas generaciones.
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